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LA CURCUMA
Los alimentos antioxidantes ayudan al cuerpo a eliminar los radicales libres que se forman debido a la actividad fìsica, al estres, al trabajo, a las preocupaciones etc.Cuando el cuerpo recibe ésta ayuda externa de sustancias antooxidantes para compensar el cansancio, reduce la posibilidad de a aparición de células cancerígenas. Una dieta equilibrada con abundante consumo de vegetales, es un factor importante para prevenir enfermedades.El intenso color amarillo de la Cúrcuma no es una excepción, y debido a su potencial colorante, se intuye que sus propiedades anticancerígenas son muy importantes.

 

El rizoma de la cúrcuma tiene almenos 10  conmponentes anticancerígenos, entre los que destacan la curcumina y curcuminoides, limoneno,  curdiona, turmenona,  betacarotenos, curcumenol y terpineol.

Las últimas investigaciones sobre la ingesta de complementos con cúrcuma han revelado que los curcuminoides tienen un potencial efecto protector contra el cáncer de piel, cáncer de mama, cáncer de duodeno y cáncer de cólon

 

 

Anticancerígeno

La cúrcuma también actúa mediante la inducción de la apoptosis (muerte natural) de las células cancerígenas, sin producir efector tóxicos en el cuerpo. Otros factores encaminados  a prevenir el cáncer está en su capacidad antiinflamatoria

 

 

 

Todas las propiedades de la cúrcuma las puedes encontrar concentradas en nuestro producto
CURCUMA ORGANICA GENUINA DE LA INDIA

 

 

 

La cúrcuma: antiinflamatoria, antimicrobiana, antioxidante, carminativa, cicatrizante, diurética, expectorante, hepatoprotectora, hipolipidemiante... Tales son algunas de las propiedades que se conocen de la cúrcuma, especia de origen asiático que además es especialmente interesante por su contrastada capacidad para inhibir el crecimiento tumoral, inducir la apoptosis de las células cancerosas e, incluso, actuar positivamente en casos de Sida. Se trata, en suma, de una de esas sustancias naturales terapéuticamente eficaces y sin efectos secundarios que sacan los colores a la industria del fármaco sintético.La cúrcuma longa es una de las especias con más propiedades e indicaciones medicinales conocidas. Originaria de la India, China, Sri Lanka, Filipinas y Taiwán actualmente se cultiva también en Liberia, Nigeria, Pakistán, Perú, Jamaica, Costa Rica y Guatemala, entre otros países. En el caso de las naciones asiáticas está documentado que se usa desde hace más de 2.500 años como medicina pero también para teñir las túnicas de los monjes budistas y los ropajes de la alta sociedad. También se ha empleado desde tiempos inmemoriales como ingrediente principal del curry -sustancia omnipresente en la cocina tradicional hindú- así como para elaborar remedios terapéuticos y de belleza. De hecho la cúrcuma forma parte desde hace siglos de la farmacopea ayurvédica y hoy se emplea en diversos sistemas públicos asiáticos donde básicamente se prescribe para tratar problemas gastrointestinales, dolores articulares, dolencias hepáticas y falta de energía pero también para frenar el crecimiento del vello corporal, dar color dorado al cutis y revitalizar la piel además de usarse como coadyuvante en la cicatrización de heridas. Cabe añadir, por último, que la referencia escrita más antigua de esta planta procede de un herbario asirio del año 600 a.C. en el que ya se mencionan sus cualidades terapéuticas aunque posteriormente tanto Dioscórides como Marco Polo la citaron en sus escritos.Lo singular es que a pesar de su eficacia los investigadores occidentales no se decidieron a analizar sus componentes activos para saber la razón de sus propiedades hasta hace treinta años. Siendo así como se sabría que su principal ingrediente activo -responsable de la mayor parte de su actividad biológica- es la curcumina, sustancia cuya estructura se había determinado ya en 1910 y que es capaz tanto de inhibir la replicación del VIH -o virus del Sida- como de inducir la apoptosis de las células cancerosas además de prevenir el cáncer y ayudar en las enfermedades neurodegenerativas... entre otras propiedades que veremos a continuación. Y todo ello sin efectos secundarios cuando se ingiere en la dosis adecuada.

 

 

En suma, se trata de otro de esos "milagros" naturales que ayudan a mantener o recuperar la salud sin perjudicar paralelamente al organismo como ocurre con la gran mayoría de los fármacos elaborados por la industria del medicamento sintético.En cuanto a su composición los estudios llevados a cabo en los últimos años han revelado que entre el 45 y el 55% del rizoma es un almidón gelatinizado compuesto de polisacáridos inmunológicamente activos del tipo arabinogalactanos que actúan en la activación de la fagocitosis y son los que la confieren sus propiedades como antiagregante plaquetario. Entre el 3 y el 7% es un aceite esencial compuesto por sesquiterpenos monocíclicos (alfa y beta-turmerones, ar-turmerones, alfa-curcumenos y zingibereno) y cantidades menores de cetonas sesquiterpénicas (llamadas turmeronas) y monoterpenos (como el cineol). Igualmente contiene entre un 3 y un 5% de unos pigmentos polifenólicos llamados curcuminoides, fundamentalmente curcumina (o diferuloilmetano) -sustancia a la que debe sus principales propiedades terapéuticas-, demetoxicurcumina, bis-demetoxicurcumina y ciclocurcumina. También contiene un péptido soluble en agua llamado turmerina -que ha demostrado tener efectos antioxidantes, proteger el ADN y una clara acción antimutagénica- y cantidades variables de vitamina C, carotenos y minerales como el calcio, el hierro y el sodio. Añadiremos que el estómago y el intestino delgado absorben sólo un 65% de la cúrcuma ingerida siendo el resto excretado por la bilis, las heces y la orina a las 48 horas de la ingesta.Es anti microbiana.

 

Un grupo de expertos del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular del Instituto de Nutrición y Tecnología de 207 los Alimentos de Granada (España) publicó el año 2000 en Ars Pharmaceutica un artículo en el que se recogían datos de numerosos estudios llevados a cabo en todo el mundo con la cúrcuma o alguno de sus principios activos. Y en él se explicaba que en 1974 se había constatado in vitro que el extracto alcohólico de la curcumina y sus aceites esenciales eran eficaces a la hora de combatir las bacterias gram-positivas. Y en 1978 que poseían actividad antifúngica. Y, posteriormente, que lo mismo ocurre ante la salmonella. Asimismo se destacaba su eficacia como antiparasitario Aún más: se decía que en 1993 se había constatado que la curcumina inhibe "la replicación final de la expresión genética del virus VIH-1 sin causar un efecto significativo en las células", que sólo dos años más tarde se demostraría "el efecto inhibidor de la curcumina sobre la integrasa del VIH-1, esencial para la integración del ARN viral en la doble cadena de ADN cromosómico antes de la replicación del virus" y, posteriormente, que "inhibe la transactivación de la proteína Tat segregada por el VIH-1, la cual podría estar implicada en la patogénesis del Sida". A pesar de lo cual los médicos -como en el caso del Bio-Bac y del Viusid, productos ambos de notable eficacia en casos de Sida- no recomiendan su consumo a las personas contagiadas por el VIH.

Es un potente antioxidante

La cúrcuma neutraliza en el organismo el efecto de los radicales libres, principales responsables de la peroxidación de los lípidos celulares y del desencadenamiento de procesos que llevan a enfermedades graves. De ahí que su ingesta ayude igualmente a prevenir numerosas dolencias. Entre ellas, el Alzheimer. Así lo afirmaría por ejemplo un grupo de investigadores de la Universidad de California (Los Ángeles, EEUU) en un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Science según el cual uno de los principios activos de la cúrcuma -la bisdemetoxicurcumina- previene la acumulación de proteínas beta amiloides en el cerebro -que son las que terminan formando placas y llevando a la muerte de las neuronas- al estimular la actividad de las células macrófagas para que las eliminen.

El director de esa investigación, Milan Fiala, afirmaría que "es factible la administración por infusión de este compuesto de la cúrcuma en pacientes de Alzheimer para paliar esta letal y, de momento, incurable dolencia. Aunque no se sabe en qué dosis una ingesta normal de la especia puede ser capaz de lograr esa eficacia". Aseveración que luego corroboraría un grupo de expertos del Instituto Linus Pauling de la Universidad de Oregón (EEUU) explicando que ello se debe a la acción de los curcuminoides (los pigmentos que dan color a la cúrcuma). Otros estudios han establecido además que la cúrcuma protege el ADN celular de los daños que provocan los radicales libres de mejor forma incluso que las vitaminas A y E (hay investigadores que aseveran que la cúrcuma es un antioxidante 300 veces más potente que cualquiera de ambas vitaminas).

Previene la peroxidación lipídica.

La peroxidación lipídica es el proceso que termina llevando en buena medida a la aparición y progresión de las dolencias hepáticas, renales, cardiovasculares y neurodegenerativas así como a la diabetes y a las cataratas. Para entenderlo cabe explicar que se denomina así a la degradación de los ácidos grasos poliinsaturados, moléculas biológicas muy vulnerables al estrés oxidativo. La peroxidación es pues el efecto más importante de los radicales libres sobre la célula ya que la degradación o destrucción de esos ácidos grasos supone la pérdida de permeabilidad de la membrana celular y su posterior muerte. Bueno, pues según algunos estudios una suplementación oral con cúrcuma reduce la peroxidación lipídica e incrementa los ácidos grasos esenciales en los microsomas de hígado, riñón, bazo y cerebro lo que indica que la especia protege esos órganos de las alteraciones que podrían inducir en sus membranas los radicales libres. Y si tenemos en cuenta que el hígado es el órgano con mayor índice de estrés oxidativo comprenderemos en parte por qué se le atribuyen también -como luego explicaremos- propiedades hepatoprotectoras. Asimismo se ha comprobado que la curcumina protege de la aparición de cataratas originadas por peroxidación lipídica en el ojo.

Es anticancerígena.

La cúrcuma es eficaz en el tratamiento del cáncer. No sólo previene su aparición gracias a su riqueza en sustancias antiinflamatorias y antioxidantes sino que además se ha demostrado que induce la apoptosis o suicidio de las células cancerosas.

La verdad es que durante siglos la Medicina Oriental conoció -y aprovechó- sus propiedades antiinflamatorias pero el mecanismo de acción de la curcumina no se identificó hasta que en 1995 el doctor Bharat Aggarwal, jefe del laboratorio de investigación del Departamento de Terapéutica Experimental del M.D. Anderson Cancer Center en la Universidad de Texas (Houston, Estados Unidos) demostró -tras décadas de estudio de las actividades biológicas y farmacológicas de esta especia- que dicha sustancia desactiva el factor nuclear kappa B (NF-kB) implicado en la regulación de la inflamación y de otros procesos, incluido el cáncer. Al bloquear la actividad de esa especie de "interruptor maestro" la curcumina interferiría con el proceso del cáncer en su inicio impidiendo su desarrollo por varias vías: reduciendo la respuesta inflamatoria, inhibiendo tanto la proliferación de las células tumorales como la transformación de células normales en cancerosas, induciendo su autodestrucción y frenando el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan los tumores. Y ni que decir tiene que esos procesos reducen el tamaño de los tumores e inhiben la metástasis. Además la desactivación del NF-kB permitiría que los fármacos quimioterápicos destruyeran con más eficacia las células cancerosas.

Luego, tras ese hallazgo fundamental, otros muchos estudios de laboratorio realizados por el propio doctor Aggarwal y la doctora Razelle Kurzrock demostrarían que la curcumina es biológicamente activa frente a muchos tipos de células cancerosas -mieloma, cáncer de mama, de vesícula biliar, cerebral, pancreático y de ovario, por nombrar algunos- y además de lo ya dicho induce la apoptosis de las células tumorales aunque aún no se sepa cómo lo hace. "Lo cierto es que en el laboratorio no hemos encontrado ningún tipo de cáncer - llegaría a afirmar el doctor Aggarwal- frente al que no muestre actividad".

Posteriormente otras investigaciones -realizadas en el ya citado Instituto Linus Pauling de la Universidad de Oregón (EEUU)- establecerían una relación inequívoca entre la toma de cúrcuma y el descenso del riesgo de padecer cáncer en humanos. Y en la misma línea se situarían los resultados de las averiguaciones hechas en el Departamento de Oncología de la Universidad de Leicester (Reino Unido) gracias a las cuales se comprobó que la cúrcuma resulta un eficaz supresor natural de diferentes tumores ya que además de inducir la apoptosis de las células cancerosas -sin producir efectos citotóxicos en las sanas- ayuda al cuerpo a generar antioxidantes fundamentales como el glutatión.

Asimismo, un grupo de investigadores de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, EEUU) comprobaría que la cúrcuma es eficaz en el tratamiento del cáncer de próstata. Y otros obtendrían los mismos resultados en cánceres de mama, pulmón, piel e intestino. A lo que hay que añadir que un equipo de investigadores chinos logró también establecer su eficacia terapéutica en casos de cáncer uterino.

Es un excelente antiinflamatorio natural, especialmente de las vías respiratoria y urinaria así como de las articulaciones).

Desde hace siglos las distintas medicinas herbarias tradicionales de los países asiáticos han considerado la cúrcuma un remedio eficaz para el tratamiento de la inflamación y el dolor provocados por la artritis, los problemas reumáticos y las dolencias respiratorias que cursan con inflamación como el asma bronquial. Pues bien, a raíz de los hallazgos del ya mencionado doctor Aggarwal se puso en marcha una intensa labor de investigación -en universidades y centros investigadores de la India y otros países- para intentar desentrañar los mecanismos por los que esta especia logra reducir la inflamación. Lo primero que se comprobaría así es que la actividad antiinflamatoria de la cúrcuma se debe a los curcuminoides en general y, más concretamente, a la curcumina. Y ello porque logra modular el metabolismo del ácido araquidónico e inhibir tanto la vía inflamatoria cicloxigenasa -que da lugar a la formación de prostaglandinas y tromboxanos- como la vía lipoxigenasa -que activa la formación de leucotrienos implicados en dolencias como el asma bronquial- evitando así el desarrollo de los procesos inflamatorios y la agregación plaquetaria. A este respecto, en 1994, los investigadores B. Joe y B. R. Lokesh demostraron que la curcumina "inhibe la incorporación del ácido araquidónico a las membranas lipídicas evitando la liberación de eicosanoides mediadores de la inflamación, prostaglandina E2, leucotrieno B4 y leucotrieno C4 así como de enzimas hidrolíticas -colagenasa, elastasa e hialuronidasa- secretadas por los macrófagos". Estudios posteriores -es el caso de los llevados a cabo en la Universidad de Arizona (Tucson, EEUU)- corroborarían la capacidad de esta especia para prevenir la artritis -tanto aguda como crónica- y para disminuir la degeneración ósea. Los expertos de la mencionada universidad comprobarían que la curcumina evita la destrucción de las articulaciones al inhibir la proteína NF que controla la expresión genética de sustancias que producen una respuesta inflamatoria. Según se recoge en los resultados publicados en Arthitis & Reumatism la cúrcuma altera la expresión de cientos de genes que intervienen en la inflamación y destrucción de las articulaciones y evita un aumento de las células que descomponen el hueso en las articulaciones.

Otras investigaciones lograrían demostrar que la curcumina es un buen tratamiento -por sí misma o como coadyuvante en numerosas dolencias diferentes que tienen en común la inflamación. Son los casos de la artritis, la enfermedad inflamatoria intestinal, el Alzheimer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y autoinmunes.... Descubrimientos a raíz de los cuales el número de estudios clínicos con curcumina se incrementaría considerablemente en los últimos años. Bien, pues uno de ellos compararía la acción de los curcuminoides con la de algunos fármacos antiinflamatorios -tanto esteroideos como no esteroideos- demostrando que su eficacia es similar a la hora de reducir la inflamación y el dolor. Con la diferencia -importante- de que los curcuminoides no provocan los frecuentes y graves efectos secundarios de los antinflamatorios sintéticos. A este respecto se cree que los principios activos de la cúrcuma pueden disminuir la inflamación reduciendo los niveles de histamina y, posiblemente, aumentando la producción de la cortisona natural en las glándulas suprarrenales sin producir irritación gástrica ni afectar al sistema nervioso central.

Es hepatoprotectora.

Esta cualidad es, sin duda, una de las principales -y más reconocidas- propiedades de la cúrcuma. Y es que no sólo resulta beneficiosa en caso de problemas hepáticos o biliares sino que además favorece el buen funcionamiento del hígado protegiéndolo del estrés oxidativo provocado por los radicales libres y también de la acción de toxinas y parásitos. Es significativo en ese sentido el estudio llevado a cabo con animales por el doctor Juan de Jesús García Marín -miembro del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana (Cuba)- en los que la cúrcuma logró reducir las lesiones hepáticas provocadas por la aflatoxina del aspergillus parasiticus, una de las más potentes toxinas hepáticas conocidas. Asimismo, esta especia disminuye los niveles de colesterol "malo", ayuda a que la bilis sea más fluida y aumente su flujo y, en algunos casos, contribuye al tratamiento de las hepatitis A, B y C. Por otro lado, la curcumina induce la contracción de la vesícula biliar, previene la formación de piedras de colesterol en la bilis (al menos en ratones) y contribuye a la regresión de las ya formadas.

Previene las patologías cardiovasculares.

Así lo aseguran científicos -como los del mencionado M.D. Anderson de Houston (Texas, EEUU) o los citados por los expertos del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de Granada (España)- quienes, tras varios estudios, establecerían que los componentes activos de esta especia mejoran la circulación sanguínea y previenen la formación de coágulos en la sangre al limitar la agregación plaquetaria. Por lo que todo indica que podría ser útil para prevenir la arteriosclerosis, los infartos, los trombos, etc. Y además tiene efecto hipotensor.

Tiene actividad inmunomoduladora.

Además de coadyuvar en casos de inmunodeficiencia se ha comprobado que provoca un incremento de la actividad fagocítica de los macrófago

·         Analgésica.

·         Antibacteriana.

·         Anticancerígena.

·         Anticoagulante.

·         Antihistamínica.

·         Antiinflamatoria.

·         Antioxidante.

·         Antiparasitaria.

·         Antiséptica.

·         Antivírica.

·         Carminativa.

·         Cicatrizante.

·         Colagoga (facilita el vaciado de la vesícula biliar).

·         Colerética (favorece la producción de bilis).

·         Diurética.

·         Estimulante de las secreciones biliares.

·         Expectorante.

·         Fungicida.

·         Hepatoprotectora.

·         Hipocolesterolemiante.

·         Tonificante.

·         La cúrcuma es útil, entre otras dolencias, en casos de:

·         Alzheimer.

·         Amenorrea.

·         Arteriosclerosis.

·         Artritis.

·         Asma bronquial.

·         Cáncer. Cataratas.

·         Dermatitis.

·         Desgarros musculares.

·         Diabetes.

·         Diarrea.

·         Dismenorrea.

·         Dispepsias hiper o hiposecretoras.

·         Dolor menstrual.

·         Dolores musculares y articulares.

·         Eczema.

·         Enfermedad inflamatoria intestinal.

·         Enfermedades autoinmunes.

·         Enfermedades cardiovasculares.

·         Esguinces.

·         Gastritis crónica.

·         Gripe.

·         Hepatitis A, B y C.

·         Heridas.

·         Hongos.

·         Infecciones en general

·         Malas digestiones.

·         Meteorismo y flatulencia.

·         Osteoartritis.

·         Problemas hepáticos o biliares.

·         Prostatitis.

·         Psoriasis.

·         Resfriados.

·         Tendinitis.

·         Úlceras pépticas.

·         Uveitis ocular.

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